martes, 1 de septiembre de 2009

Monopolio, polarización y ley de medios. Un post utópico.

Como muchos habrán notado por sí mismos, hay una notable diferencia entre las proporciones correspondientes a los sufragios y los correspondientes a su representación en los medios. Lo cual a su vez se traslada a su relación con uno de los hechos que los sufragios determinana, el legislativo. Habría que considerer no sólo la proporción de los medios como elementos equivalentes, sino con un valor relativo, el cual depende de su nivel de audiencia. Así, Clarín tendrá mayor peso que Crítica, por ejemplo, o que Perfil. Es decir, habría que considerar no sólo la cantidad de los medios y us respectivas posiciones en los sucesivos conflictos, sino que se tendría que incluir tambien el aspecto pasivo del asunto: la proporción de espectadores, lectores, etc. correspondientes a cada cual; aquellos que solo reciben el mensaje, sin tener injerencia alguna en su conformación, y sin que se les ocurra siquiera procurarse algún argumento por la vía de su propia especuacíon, recurriendo a los mimos que escucha (en charlas y chicanas informales se ve fácilmento, en algunos casos, los periodistas que "siguen" algunos).

Aquí hay, pues, dos cuestiones mezcladas: una cosa es que una posición u otra monopolice los medios (ya sea mediante un monopolio mediático o mediante la subsumcion de los discursos de los diversos a una posición) y otra es la pasividad, el estado de pasividad y estupidez (hablando aquí estrictamente) en que se sume la audiencia al convertirse en un espectador. La segunda cuestión, por su trascendencia, es la que menos se presta justamente a ser tratada por los medios. Los medios se centran en la primera, y por lo tanto en ella se van a centrar los debates.

Ahora bien, respecto a la segunda cuestión, lo primero que habría que decir es que no hace falta ser utópico para concebir claramente la posibilidad de una comunidad donde la información, los videos, las grabaciones, etc., circulen con mayor libertad. La computación, que concretamente ha posibilitado hasta que yo mismo intente hacer un comentario sobre un tema del que de otro modo sólo hubiera tenido en mente la bajada de línea de un Tenembaum esta mañana yendo a laburar (lamentablemente entro a las 7 y no llego a escuchar "Es Hora"); y hasta la posibilidad de que el azar conduzca a un lector hacia eta dirección, etc. Pero mucho más que este ejemplo aislado (y que en otros blogs y, mucho más, en el conjunto de ellos deja de ser insignificante para convertirse, lisa y llanamente, en una preocupación para Clarín; está el del software libre que bien podría suscitar una ley correspondiente.

Cuando el establishment mediático da por resuelta la cuestión esgrimiendo que cada cuan tiene "derecho a cambiar de canal" (lo que llamaría la falacia de trasladar el darwinismo al plano de la comunicación, que mencioné en otro post), lo qeu está diciendo, tácitamente, es qeu esa es su única potestad, que la parte ideológica de su pensamiento debe estar en manos de otros, y que la ideología es como ir a comer: le ponene un menú, uno ve las opciones y elige. Es decir, lo que ese enunciado sostiene tácitamente que la actividad del pensamiento, el pensar está vedada para quienes ocupan su mente con el electrodoméstico comunicador, renunciando a esta facultad para adoptar el curso del pensamiento propuesto por las ideas que desfilan por la pantalla (para evitar errores de interpretación: de ninguna manera se está diciendo que lo que ocurre en los programas sea lo que Heidegger define en el link de arriba como pensar, pero sí que la tele es una posibilidad menos de hacerlo para los televidentes). Es semaejante a si se dijera que la verdad de un cierto libro, considerado sagrado, sea difundido con obligatoriedad semanalmente en la comunidad, el cual nunca podría discutirse, y su interpretación quede reservada a los "administradores de la palabra", uno de los cuales se considerara, dogmáticamente, infalible en su interpretación. Esto que digo no es una fantasí kafkiana, forma parte de una doctrina que dominó occidente por mucho tiempo.

Claro sí es utópico que se abandone masivamente un hábito tan cómodo como lo es el ser espectador de un programa que genere la ilusión de unidad con la comunidad toda y ate el curso del pensamiento a elementos que (como burlas, chistes, clichés, etc.) mantengan a uno en un estado semajente al dormir. Mucha gente está acostumbrada a no pensar y a recibir los lineamientos ya sea de un periodista, un familiar, un sacerdote, etc. La facultad del pensamiento, postulada en la antigüedad como esencial al hombre, es algo e nrealidad muy dificil de ejercer y cuyo concepto no ha sido del todo esclarecido por los filósifos. Lo que sí es seguro es que uno puede adoptar posiciones, y entonces se produce una dicotomía (me refiero al momento presente en relación a lo que se está discutiendo en relación a la política de medios, no en general): o se opta obedientemente por que los medios conserven la potestad que otrora poseía la iglesia de una manera más asimétrica posible (Tenembaum dijo algo muy claro al respecto, queriendo defender al multimedio para el cual trabaja: "A Menem lo procesaron gracias a Clarín", conclusión: Clarín decide la suerte de los mandatarios, primero los pone, luego les suelta lamano -véase De la Rúa-); o bien se trabaja por hacer uso de la facultad discursiva, sin delagarla en los modernos "administradores de la palabra" (o, generadores de opinión) y por concebir una organización que tienda a una mayor libertad, un menor centralismo, y menor pasividad del conjunto. Y en esta dicotomía uno no elige como en un menú, pues la segunda alternativa no esta hecha, por lo que, como diría Sartre, hay que inventarla.

Y no se vaya a ver en estas líneas una posición atomizante. Hay que distinguir laramente el pensamiento de la acción política (teoría y praxis), pero también de los posicionamietos. En la cuestión teorética, lo que tenemos es un centralismo mediático en todo lo concerniente a la política donde Clarín es el principal lugar en que grandes porciones de la población delega y relega (renuncia) la facultad discursiva. La praxis plítica fue llevada al plano de los medios: eso es algo en que se dice en todos los blogs. Probablemente se haya dado principalmente en lo que se dió en llamar "los '90". Así, se fortaleción el centralismo y la posición de Clarín. En cuanto a las posiciones, la cosa es más compleja. Como diría Descartes, por más que haya dos opciones y nada más, la libertad es perfecta, sin limitación. Claro que esto es lo que conduce al engaño de la falacia mencionada arriba del control remoto, pero también se alude a algo que es distinto, que es el hecho de la polarización. La actual polrización suscita interpretaciones de las más diversas. Muchos bloguero, por ejemplo, dicen que Pino le "hace el juego a la dereha", argumento que sopone el hecho de la polarización y plantea la confluencia como única estrategia viable para evitar un restablecimiento de la derecha (con Macri, por ejemplo, a la cabeza). Tenembaum, cuya concepción es contra-polarizadora, planta que es "una mentira de los K" para ejercer una monopilización. Sin duda es el gran tema. Pero la cuestión es cómo combinar esto, articularlo, con una merma de las hostilidades. Es decir: no es necesario concebir la hostilidad y la polarización como necesariamente covariantes. Hoy, al escuchar la radio, esevidente: la agresión, la agresividad de Clarín es manifiesta (Clarín y sus empleados, claro), su nerviosismo es notorio. Quisiera recorrer esos pasillos.

Pero no hacer eco de esta agresión paraece fundamental. La polarización debería concebirse, creo, como un simplemomento que conduzca no hacia una síntesis, sino una análisis. Es decirm esquematizando. Tenemos una afirmación: el pensamiento único, Clarín. Tenemos la negación: polarización K vs Clarín. Aquí es clara la estrategia de Tenembaun: la polarización es la estrategia de K para desplazar a Clarín ("yo me quedo con Clarín, donde estoy bien ubicado"). El tema es si podemos contar más allá de dos.

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"siempre junto a la urbe"