domingo, 30 de mayo de 2010

ideologías y despolitización

Todo el mundo estará de acuerdo, creo yo, en que no es un hecho agradable el que si uno se encuentra esperando el bondi y al ver que se acerca extiende la mano para que pare, éste siga de largo. El otro día venía pensando en que la frecuencia de éste hecho, visto en comparación con el número total de veces en que se llamaba un colectivo, había aumentado últimamente; y en eso sucede que al frenar a causa del semáforo el colectivo, se acercan dos peatones, enojados sin duda, uno de ellos golpea la ventana pidiendo que le abran la puerta, y el chofer se niega, de la misma manera que no había frenado antes: no era parada. Dos señoras de avanzada edad se encontraban sentadas cerca del chofer e intercambian con éste algunas palabras. Llego a estuchar que el colectivero se queja también (el malestar estaba generalizado) y comenta que la municipalidad (se trataba de la ciudad autónoma de Buenos Aires) había hecho un caos con las calles y las paradas, lo cual era la causa de este tipo de problemas.

Entonces recordé algo que había pensado otras veces: “¡qué facilidad tiene la gente para quejarse y quejarse!”. Yo lo pensaba en general cuando con la mal llamada “crisis del campo” la gente con la que tenía más trato se la pasaba quejándose de todo, como si todo estuviera mal, mientras yo pensaba que era todo una ficción, una ficción que asombrosamente todos parecían compartir. Y en ese momento estaba bastante convencido en que después de todo hay una especie de tendencia de la gente a quejarse, a decir que esta todo más o menos mal, y que entre otras, una consecuencia necesaria de eso era el inevitable desgaste de cualquier gobierno, circunstancia que sería siempre aprovechado por una oposición, etc. Esto iba junto a otra idea: la de uqe es más fácil ser oposición que oficialismo. En efecto, me parecía indudable. Sin embargo, ahora ya no es tan así. Es decir, ese creencia se puede expresar así: “entre los hábitos de la población ocupa un lugar mayor la crítica que el elogio”.

Además de que no hay una fehaciente demostración de ese aserto, debo reconocer que entra en contradicción con otro que me parece con fundamentos de una fuerza similar, por lo que conforman una antinomia. Concretamente: es la ideología de la gente la que determina el elogio o la crítica, si x es progre elogia al gobierno progre y critica al conservador, etc. Sin embargo, un punto débil de este argumetno es que de hecho la imagen de los políticos va cambiando en el tiempo a plazos bastante cortos, y no parece que impliquen nesesariamente un cambio en la ideología. Y si nos parece que “ ideología” no sea un término útil para pensar en este tema, porque ¿porqué habríamos de separa la ideología de la visiónb sobre tal o cual candidato? ¿Porqué pensar que la “ideología” es más estable? Concretamente: la ideología, a fin de cuentas, no es otra cosa que una manera de organizar el campo político según el sesgo propio del que lo observe, y no hay ningún motivo objetivo que le habilite a éste a tener por más importante tal o cual aspecto como para decir “las ideologías son tales y tales y tal aspecto determina si tal está en tal ideología o tal otra, etc.”.

Acá estamos más cerca del río de Heráclito que del ser de Parménides. Sin embargo, hay estabilidades. Sabemos, por ejemplo, que hay un sector peronista disidente, que hay un sector progresista al que no le gusta el peronismo, que hay un peronismo de centroizquierda, un conservadurismo liberal, etc.

En fin, creo que lo que esperamos ahora son hechos concretos. Ya basta de discutir si el indec adultera las estadísticas y entonces los datos que presenta el gobierno no reflejan la realidad y los de la oposición tampoco y demás cosas por el estilo. Quiero decir, discutir las cosas como si estuvieran fuera del alcance de tomar cartas en el asunto (debo reconocer que este «estilo», esta manera de posicionarse frente a los temas es propia del periodismo, que se acostumbra o bien a elogiar, o bien a criticar, pero como si nada dependiera de él, cosa absolutamente falaz). Despueś de todo, la mayoría no creo que está taninteresada en la política, a lo sumo por una período determinado, pero ese periodo termina a la larga. Además, porqué no decirlo, ahora viene el mndial, y todo el mundo sabe que el mundial es la continuación de la política por otros medios.

viernes, 7 de mayo de 2010

"Vicio de ilegitimidad", ley de medios, impuesto al cheque.

De las discusiones políticas que se mantienen en terreno verbal, considero que las que tienen el caracter de la reversibilidad se encuentran entre las menos auspiciosas. Me refiero, con reversibilidad, a un aspecto de las críticas que tienen como finalidad devolver una previa con direccionalidad opuesta, o bien remontarse hacia un hecho anterior que invertiría la dirección hacia la cual debiera dirigirse. Mas en general, se trata de las discusiones en la que se dan imputaciones recíprocas con el mismo contenido.

Un ejemplo es el actual de la libertad de expresión. Mientras que unos acusan a otros de restringirla a su favor, reciben de ellos una crítica análoga. Independientemente de la posición que se pueda tener en este caso concreto, es evidente que semejante desacuerdo solo puede proliferar en bases poco firmes, con una equívoca definicion de los que es la libertad y la expresión, por lo menos. Un avance, en este sentido, son las alteraciones en el seno de la discusión que producen una bipártición detérminos y comienzan a hablar de "libertar de expresión" y "libertad de empresas", y más recientemente "libertad de prensa" y "libertad de expresión". Estas diferenciaciones nos parecen una rectificación de las bases del diálogo que conducen a la posibilidad de definición: definiéndose (aproximando a una definición) los términos del problema, la definición de éste último pasa a ser concebicle. Y lo que esto muestra es que solo la ley, en cuanto socialmente establecida, da solución duradera a estos episodios del conflicto (que en varias oportunidades son sustituídos por otros).

Hay, sin duda, pluralidad de ejemplos. Dentro de poco, la Corte Suprema tendrá que decidir respecto del destino de la ley de medios y se nos informó (claro que el hecho hasta fue negado en su momento por algunos periodistas de Radio Mitre, cosa que yo escuché), a través del diario Perfil (que, casi más fervientemente anti-K que Clarín, se opone a su vez a éste último; cabe recordar aquí que Fonteveccia lo califico'de "pro-cíclico") que el presidente de la Corte Suprema se reunió con Magneto. Lo que quería destacar de esto es que viendo 678 escuché la crítica siguiente: ¿qué pasaría si en cambio se hubiera reunido con Kirchner?, apuntanto al tema de la dobre vara, tema que no es más que una forma de reversibilidad.

De todas formas, lo que interesa para el post está vinculado con los argumentos que hizo valer la jueza Olga Pura de Arrabal y la Cámara Federal mendicina, es decir, que supuestamente hubo "vicios de ilegitimidad, arbitrariedad y gravedad institucional que aconsejan mantener el estado de suspensión en la aplicación".

Es decir, se dice que la ley no sería legítima porque el Poder Legislativo no la sancionó conforme a la ley. Ahora bien, acá viene el tema: hace poco, la oposición logró que los Senadores enviaran a la camara baja una reforma de la ley del cheque siguiendo procedimientos que clara y manifiestamente son contrarios a los que establece la CN.

Esta claro que en un caso, la ley fue promulgada legalmente mientras que la otra no. También parece que la ley de medios sale o sale. El tema es qué pasaría en caso de que también lo hiciera la modificación al impuesto cheque. Supongamos que desde el oficialismo se critique su "vicio de ilegitimidad" ¿no estará la oposición lista para hacer uso de la reversibilidad, y con ella la población que simpatiza con ella? En fin, esto muestra que la reversibilidad es un recurso bien limitado.
"siempre junto a la urbe"