jueves, 17 de marzo de 2011

Inflación: suben las multas

La verdad que este tema de las multas por las estimaciones de inflación me resulta ajeno, pero acabo de ver algunos posts y me llevó a escribir.

Es entendible, en primer lugar, que los que saltan con los tapones de punta pidiendo libertad de expresión lo hagan sin detenerse demasiado en los pormenores del asunto, pues es evidente que la medida es muy extrema, y de la misma manera se pondrían frente a una situación inversa, padecida por ellos, aquellos que la ejecutan ahora.

Por otra parte, es evidente que lo que dejan entrever quienes así reaccionan es que categorizan las estimaciones mensuales de la inflación del mismo modo que un autor de ficción un libro de cuentos, o un humorista un programa televisivo donde satiriza a alguien. Eso puede o no ser exacto, pero es lo que se desprende de los argumentos que amparan en la libertad de expresión los datos que se difunden. Distinto sería que defiendan el procedimiento, por ejemplo.

Es cierto por lo demás que por más falsos que sean los datos, por más que sean una mentira deliberada, multar su difusión es demasiado. Es como si en la época de Menen o De la Rúa hubieran multado a quienes exageraban con los datos de la desocupación (en caso de que los hubiera habido).

Es cierto que la situación es bien particular. Ocurre que algunos tienen un argumento mejor y dicen que no es la libertad de expresión sino la libertd de empresa donde deberían ampararse quienes son multados. Despues de todo, dicen, ellos venden un producto, y si lo compran es porque funciona bien (este es el de quien lo paga).

Este argumeno puede parecer que conduce a decir que así como el marketing consiste en hacer creer algo a alguien, si ellos hacen creer esos datos, bien por ellos, hicieron buen negocio. Sin embargo, su argumento es que, como el mercado nunca se equivoca, si dicen un número y se lo compran, ese es el dato real.

Pero lo que yo me pregunto es ¿a quién se lo venden? Creo que se lo venden a la comunidad, incluso cuando no paga por ella. Me aclaro: entre los que compran esos datos figuran, por ejemplo, los medios (¿¡Otra vez con lo medios!? No). También algunos agentes a quienes les conviene que las cifras correspondientes a esos datos sean esas y no otras, pero eso es otro tema. Ocurre que cuando los medios compran esos datos se lo transmiten a la gente como la verdad (pues lo han comprado ¿cómo no habrían de hacerlo así?) y termina en manos de la gente. ¿Y cual es el problema? Bueno, parece no se muy grave, pero la cuestión es ¿con qué derecho la gente ‘compra’ esas cifras si no han pagado un peso por ellas? Y así tenemos un mercado subsidiado donde la gente disfruta de un dato sin haber puesto un solo peso...

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