Aca Manolo nos da una lección de Seguridad, sin privarse de ampararse para ello en La República. Puede ser que para el político lo más astuto sea tener capacidad de movimiento de forma tal que cuando la ciudadanía, o el pueblo, o la gente, se ha cansado un poco del mismo discurso que era el que quería escuchar durante todo el transcurso de un lapso precedente, necesita otro, ya sea de caracter revsionista, reaccionario, revolucionario, etc. A tales fines uno puede celebrar un posicionamiento ambiguo, el que se alcanza de manera muy convincente del siguiente modo: citando izquierdistas para lor argumetnos de derecha y derechistas para los de izquierda. Claro: no es el caso de citar al hermano de Glaucón si uno quiere suscribir, si bien de forma crítica, al discurso de la Seguridad.
Pero ciertos principios son de una naturaleza tal que no se los puede negociar, y en cuanto a la seguridad, la cuestión ha mostrado que aún no se define. Pues es cierto que se puede sostener que la acción del sistema penal de nuestra sociedad proviene, históricamente, como sugiere Manolo, de la venganza privada, elevada a una fuerza institucional y pública. Pero de ahí a abogar en favor de mantener la vigencia de esa relación hay una pequña decisión, que es la misma que vuelve confusa la línea divisoria entre lo que la ley obliga y lo que prohíbe.
Es cierto que el discurso de la seguridad no pide paz, sino venganza. De ello algunos inferirán, quizá, que no será paz lo que lo satifaga, sino la vengnza. Aquellos que, bastante occidental y cristianamente definan como “los elementos que no alcanzaron el nivel de civilización que la ley puede representar” a quienes están en la mira en lo que a seguridad se refiere tendrán, como lo muestra la experiencia, el ideal de la normalidad como norte, ya se crean capaces de alcanzarlo con más Salud y Educación o con Vigilancia y Mano Dura, recurriendo al castigo ejemplar.
Hay que decir que la Seguridad está siempre en manos de la policía, por lo que el argumento (que escuché con frecuencia ultimamente) de que no pueden actuar, etc., se saltea una pequeña pregunta por qué es lo que quieren hacer, para qué quieren más poder, más legitimación, etc., las furzas de seguridad.
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