jueves, 6 de junio de 2013

Precios, controles y fantasías economicistas

Dos post de economistas:

http://econserialcronico.blogspot.com.ar/2013/06/freezeconomics.html

http://blogs.lanacion.com.ar/ciencia-maldita/la-ilusion-y-el-desencanto/controles-seran-soveticos-o-no-seran-nada/

muestran un poco los deseos de que la táctica del gobierno con los precios fracase.

Antes que nada conviene recordar una de las cosas de la que el gobierno suele sacar provecho desde hace años: los pronósticos catastróficos suelen tener por resultado convertir noticias no tan malas en buenas, porque hacen quedar al goberno como que evitó lo peor. Esto mismo podría ocurrir con los congelamientos de precios, y quizá ocuirra ya: se esperaba un "efecto rebote" que no vino, entonces no era tan malo o (incluso) el gobierno hace más de lo que (a los sabios) parecía posible.

La idea del gobierno con el acuerdo inicial era atacar la inercia. Se coincide en que esto se logró, pero se discrepa en la durabilidad: si es sólo "inflación reprimida" o si no existe nada como eso.

En el primero de los posts citdos se habla de precios relativos. Se postula que mientras se congelen 500 productos, el resto seguirá subiendo inexorablemente al mismo ritmo que la "reprimida inflación" y que tarde o temprano los 500 precios se pondrán al día. En el segundo post se muestra en qué falla este argumento: a medida que el precio acordado queda rezagado en comparación con los precios de otros productos de la misma especie, la demanda sobre el mismo aumenta.

Este principio, elemental, es el que olvida Luciando, y es por eso que toda su argumentación sae vuelve superflua y errónea.

En cuando a Llach, él observa además que por más que la demanda se incremente, el precio de producción será inferior al de venta, conduciendo a la fábrica indefectiblemente a la quiebra. Pero eso no es algo probado para nada. De hecho, es evidente que la ganancia existe en el presente y que mientras exista, un incremento en la demanda produce un incremento en ella, pues al vender más gana lo mismo más veces. En tanto que sus competidoras, si venden menos ganan menos veces más (asumiento que aumenten el precio).

Es obvio que si se llega al punto en que la ganancia sea nula o negativa por producto, la fábrica va a dejar de funcionar, pero eso no es real. Convendría que quienes son especialistas en un tema abandonen las consignas efectistas y repararan un poco en la realidad: no es cierto que los productos acordados valgan menos de lo que cuesta producirlos. El mero hecho de ser un producto acordado, por otra parte, es un argumetno más en la negociación de sus proveedores (incuído el sindicado, es decir, su proveedor de mano de obra).

El tema es en qué medida estos productos acordados son centrales en la economía. Es decir, si son relevantes para medir la inflación. Y es evidente que sí, porque si uno compara se encuentra con que los precios relativos han cambiado tanto en esta década que un sandwich puede salir más caro que un libro o un artefato electrónico que no existía hace 20 años. Pero ocurre que la comida es un gasto que no puede posponerse. Probablemente es la comida la que empuje todos los demás precios, frenar el incremento de precios de la comida va a frenar inevitablemente los demás precios (cuyo consumo es más facil posponer).

Parece que un factor principal está en la enorme tolerancia en el consumidos argentino en convalidar las subas en ese rubro (al menos).
En fin, nuevamente, precedir no se puede. Pero si el gobierno obtiene algún resultado como una inflación alrededor al 10% por ejemplo en 2013, será visto como un logro, muy probablemente.

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"siempre junto a la urbe"