miércoles, 30 de septiembre de 2009

Otro post sobre Kraft.

La cuestión Kraft trae de nuevo un viejo debate que se da, en este momento, entre las filas kirchneristas y las ultraizquierdistas. Cualquiera puede imaginar que éstos últimos, dentro de unos años, van a decir que el gobierno K fue un gobierno al servicio del gran capìtal internacional que reprimiía la protesta obrera en su reclamos típicos. Los que realmente crean que, justamente, el progreso consiste en la entrada de esos capitales en el pais, los anglicistas (Kraft es estadounidense), van a decir que el gobierno fué, qué se yo, corrupto, ineficiente, populista. Los izquierdistas que escuchen esto -porque, por ejemplo, tengan cercanía con alguien que lo profiera, o lean La Nación o lo que fuera-, diràn entonces que el gobierno K represaentaba a la burguesía nacional frente al imperialismo yanquee, por ejemplo. Desde luego que existirán muchas otras variantes que interpreten los hechos que en estos años han estado transcurriendo. Pero creo que como nadie puede ser obligado a tener una posición particular -la obligación está muchas veces sin embargo, pero en general el obligado se obliga a sí mismo, a menos que se trate de un menor o incapaz, que es obligado por sus padres, o aún un milico obediente, obligado por su jefe- por más equivocado que esté. Por eso, es evidente que la tarea nunca puede ser confrontar directamente estas posiciones (me refiero estrictamente a debates de este nivel, ideológicos). La discusión nunca debe darse a nivel axiomático, pues esa es cuestión de poder, y no de saber. Se discuten (en esto los medios mustran su profesionalidad, en general) cuestiones secundarias, derivadas, nunca principios. Todo esto último para decir simplemente que la existencia de la ultraizquierda es un hecho y pretender que desistan es algo no sólo ingenuo sino autoritario. Además, es evidente, se trata de una de las facciones más minoritarias que hay en política, y nos recuerda mucho a las pequeñas sectas religiosas que nos tocan la puerta para hacernos llegar la palabra del ñorse. Y por eso, agarrarselá contra ellos es inútil, por más que ellos sean agresivos, despistados, funcionales o lo que fueral

Pero ¿qué es lo que causa la molestia en cuestión? Algo también muy simple: no son los troskos, que a fin de cuentas están contra el sistema, y mucho más en contra de Clarín que los que pueda estarlo el kirchnerismo; el tema es, nuevamente, una vez más, cómo se “utiliza” el tema para pegarle al gobierno. Y, para muchos de nosotros, el problema no es que le peguen al gobierno, pues ¿acaso los gobernantes no están para eso, para ser azotados por sus detrarctores, y bancàndosela seguir para adelante? Los poíticos ya generaron inmunidad a ser permanentemente criticados por los periodistas y la opinión pública. O por lo menos los políticos peronistas, puesto que los radicales, por ejemplo, y como suele decirse, son mucho más chupamedias de lo que dicen los periodistas y más preocupados por su imagen. Pero un político que está pendiente de la imagen que dá es un político que tarde o temprano tiene que fracasar ante las mínimas acciones de su sopositores, no es un mero azar la ingobernabilidad radical.

Pero acá lo que vemos es cómo en el contexto -no debería dejar de tenerse en cuenta un contexto cuando es real- de una confrontación concreta entre sectores definidos (distinta de la tradicional conceptualización de obreros-burgueses con que quieren ver algunos, pocos, la realidad toda), uno de esos sectores, que nada tiene que ver con la revolución permanente, que nada tiene que ver con la abolición de la mercancía, la extinción del estado, con dar a las catedrales el carácter de museos, de la sociedad sin clases, etc., pone en el centro de la escena a estos actores con esos ideales (cuya “benevolencia” no obstante coexiste con una agresividad cruel en el tono de sus discursos y sus acciones) pero con otros fines. Es como cuando Grondona dijo, en el programa de Mauro Viale, que votaba a Carrió, pero “con la condición de que no gane”. Acá es similar: le damos prensa a los toskos, pero con la condición de que ninguna de sus consignas se materialice. Y los troskos, felices de figurar en la portada (bah, felices de figurar en un recuadrito) piensan que la revolución está cerca, que esto es signo de ello, que el gobierno no va a poder responder a las contradicciones, que la salida es por izquierda. Pero olvidan algo evidente: si les dan prensa es, justamente, poque nadie cree que ellos puedan dar respuesta a nada.

Nada de esto es escrito para avalar ninguna represión. No pude leer mucho del tema, pero no obstante voy a opinar (pues, despuès de todo, todos opinamos sin saber, y quizás sean justamente los que saben quienes estén privados de opinar, por ser voces autorizadas, y sólo puedan ajustarse mucho más quedando bien lejos de la doxa). Llama la atención que se reprima esta protesta y no se haya reprimido el conflicto agropecuario. Esto lo vi en todos los blogs (que solo hojié). El tema es si fue una decisión judicial independiente o si fue una acción del gobierno. Acá la cuestión de que si se procede judicialmente se es “fascisita represor” y si no se lo hace se es “fascisitra antirrepublicano” que menciona manolo no me parece que tenga peso. El gobierno mostró que no le molesta que lo anden criticando por pequeñeces (es decir, en este caso, sería una virtud haber impedido una represión, y que lo critiquen por eso sería para el gobierno algo de lo cual jactarse, sin ninguna duda). Si no reprimía el conflicto se extendería y los ultra se desgastarían, y hasta el gobierno se beneficiaba. A menos que se temiera un clima de convulsión social donde confluirían sectores hacia la izquierda del gobierno y se quizo mostrar mano firme para mantener las cosas en orden. Si es así se trata, a mi humilde entender, de un greuso error. Y considero esto pues ¿cual sería el supuesto? ¿que la derecha se iba a amigar con el gobierno que reprime a la izquierda y así recuperar la sintonía que se tenía hace alguno años? Creo, al contrario, que la derecha -el uso mediatico del asunto es un ejemplo claro de ello- no reacciona así. Al contrario, ven claramente que el conflicto de Kraft no es ninguna amenaza y no se puede generalizar. El gobierno tiene cortadas las relaciones con la derecha, no hay reconciliación (esto e slo bueno que tiene :). Si se pelea con la izquierda no va a cambiar eso, solo va a tener cortadas sus relaciones con la izquierda, la “izquierda crítica” que apoya las iniciativas principales, por ejemplo (y no es que yo sea de izquierda). El oficialismo no debería, creo, querer monopolizar la “lucha obrera”. Cada uno sabrá en la historia argentina qué organizaciones lograron qué y fueron responsables de qué. Y si no, mala suerte.

Por otra parte, hay una cuestión estratégica: el fantasma del comunismo. En una sociedad donde ese fantasma tiene sus adeptos, donde para ningún político sería fácil una medida antiobrera o entreguista, etc., un gobierno como el actual, en clara oposición contra algunos de los grupos de mayor poder económico, tendría no un aliado, sino un instrumento de negociación, si se quiere, a la par que una franmetación del medio en que opera que ayudaría a diluir las reacciones.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Economía o Política?

Para algunos, lo que realmente mueve, lo que importa en serio, lo fundamental, es la economía (nota: debo decir que esto deja la impresión de un caracter obstinado). Otros, en cambio ven a esta como esencialmente subordinada a la política (no solo política estatal, pues las empresas también tienen políticas). Esto es algo por todos conocido. Pero, como también es conocido por todos, es bien común que al tratar esta cuestión, en general lo que se hace es optar según afinidad, e incluso según cómo le gustaría a uno que fuese, y luego salir a defender la postura frente a otras opiniones.

Creemos (en A.), en cambio, que someter a crítica estos asuntos (en un sentido kantiano y no en el devenido útimamente, del que se sirvió Lanata para titular su diario) es mucho más provechoso y hasta entretenido; cosa que aquí intentamos (que se logre o no ya no es asunto que nos incumba tanto) con los medios que están al alcance de cualquiera que medianamente tenga alguna que otra relación familiar, laboral, social, mediática (con su tv o radio), en la que trate al tema en cuestión. Esto significa que no es cuestión de hacer política ni economía, cosa que queda reservada para los que saben. Aquí, casi diría socráticamente, nos conformamos con el hecho en su naturaleza vulgar, en el buen sentido de la palabra. Así, como la palabra Dios admite una perspectiva teológica, una política, una linguística ¿por qué no estas dos que titulan el post? Así que nos dejamos de preambulos (para no generar unas espectativas que de ninguna manera estmos en condiciones de colmar) y vamos a las cosas, como decía el filósofo (?) español.

En su acepción primera, más superficial, economía y política representan simplemente, en un caso, la administración racional de los recursos tanto naturales como humanos. Es decir "el consenso de los especialistas", o sea, de los economistas. Así, la economía es, simplemente, el valor de verdad de los enunciados de los economistas. En cuanto a lo otro, a veces se habla de la "corporación política", del "clientelismo", la "clase política" (expresión que, he visto, disgusta a los troskos), etc. Aquí vemos en primera instancia que en lugar de surgir una categoría clara como la anterior, hay una cargada de, si no prejuicio, sí diría "comprensión preontológica" pero para no sonar heidegeriano diría, más bien, sentido común, lo cual es, está claro, otra cosa (nota: pero habría que ver si la diferencia entre la comprensión preontológica y el sentido común hace a la estrutura misma del concepto o de su valor dentro de la estructura del edificio del sistema de pensamiento).

No es mi intención aquí defender a los políticos, pero la dicotomía economía-política, es presentada generalmente como la oposición entre el manejo racional y el manejo salvaje (acá decimos "argentino", "fuera del mundo") de la sociedad. Y desde Descartes, lo racional es siempre más claro y lo otro confuso (con lo cual, dicho sea de paso, dicha doctrina reconocería no tener bien en claro cómo concibe la política).

El primer reparo a esta afirmación es la disonancia entre los economistas. Este reparo interesa puesto que justamente esa disonancia es la que es espera en la política, o diría más: lo que se espera de la política. Mientras que los economistas, sometiéndo su método al imperio de la razón especulativa, deberían llegar siempre a los mismos enunciados (como los matemáticos o los físicos), los políticos están para discutir ideas. Entonces, la existencia misma del debate pone en cuestión la validez de la concepción de la primacía de la economía, motivo por el cual se procura el control de la misma desde el establishment (pero esto conduce a otro tema, que para ser consecuente debería dejar a los economismas, justamente).

Ahora bien ¿de dónde provienen las ideas que discuten los políticos? Acá, por más racionalismo, por más republicanismo, siempre habrá un soberano (no necesariamente de carne y hueso como Nestor), sea "el príncipe", "el pueblo", "la clase obrera", "le moi" (por Luis xiv, obvio). Ahora bien ¿no lo hay -soberano- también en la economía donde los economistas salen al mismo tiempo a decir lo mismo (pero según escuelas)? ¿De donde sale esta coincidencia? ¿De la naturaleza a priori de los conceptos de la razón? ¿De que forma parte de una misma escuela con principio especulativos y voces autorizadas que se sustraen a ser examinadas por la razón especulativa? Es decir ¿cual es el fundamento de los principios?

Ahora bien, de hecho, podemos observar -es decir, limitando nuestro comentario a la experiencia mediática (por llamarla de algún modo), aquél campo compuesto por las imágenes que circulan por el espacio audiovisual y que, dicho sea de paso, en este mismo momento los legisladores, mal que le pese a Grondona, estan debatiendo su regulación legal- que la economía, el modo en que incide el discurso de los economistas demuestra que se trata, tanto como la política, de una forma particular de ejercer el poder. En una se procura velar la instancia misma donde se sostiene el mismo, en la otra (cosa que, de manera llamativa pero empíricamente indiscutible, disgusta a las clases medias, si bien entretiene a "los muchachos") se lo exhibe.

Algunos economistas dicen: "está el poder y están los especialistas (us). El poder hace desastres, hay que reducir la política, etc. etc., etc.". Los políticos, por su parte, es cierto que a veces hacen desastres, pero su discurso remite siempre, y sin excepción, en algún momento, a una instancia de legitimación que se sustrae a la discusión de los razonamietos, llámese Dios, La Patria, La Patria Grande, El Pueblo, La Libertad, La Patria Liberada, El Honor, El Campo, La Libre Competencia, La Revolución (bueno, ya saben). Siempre hay una remisión de este tipo que no es velada.

Ahora, tomando el tema desde otro punto de vista: ¿las crisis son políticas primero y luego económicas, o es al revés? Un lugar común es remitirse al siglo pasado y decir: Primero la crisis del '30 (econ) y luego la segunda guerra (pol). Este argumento, si bien suele ser eficaz (funciona del modo referido de "remitir" a un elemento diferenciado del discurso), tiene la falencia de basar una doctrina en una sola experiencia (hubo muchos otros siglos) y además, por tener una noción poco crítica de la misma. Pero además, si era la segunda ¿no hubo una primera? y a esta se le puede anteceder una crisis económica, una belle époque, lo que se quiera.

Volviendo a la actualidad. La crisis del campo (si es que va a seguir o, como los últimos dos paros, está desarmándose) ¿es política o económica? Esta pregunta, a decir vedad, se saltea una anterior, y es lo que concierne precisamente a la idea de "crisis económica". ¿Se entiende por eso la escacez o la abundancia? Y aquí entramos plenamente en terreno político. Si le preguntan a Bilcatti, por ejemplo, escuchamos sus lamentos: nos habla de escacez, y hasta lo hace como ninguno de los homeless que tienen a veces la precaución de no aburrir ya más a su interlocutor siempre con su drama. Esto es un hecho de la experiencia. Y también está el desacuerdo entre economistas: si uno es oficialista dice que (¿o es oficialista porque dice que?) subio el precio de las tierras donde se puede sembrar soja, que aumento la superficie donde se realiza tal cultivo, etc. Si son opositores hablan con otra temporalidad: "el año que viene vamos a importar leche" (nota: conque salga menos en el super ¿el resto no tenderá a verlo bien?), etc. Todo esto es para ilustrar como se entremezclan hasta tal punto las cosas que no puede hablarse de una supremacían de una sobre la otra, sino de una dialéctica. Esto, que parece una perogrullada teórica (y lo es), sin embargo, en la práctica, se muestra como una verdad superadora.

Por último ¿no hubo en el último año una situación de menor ingreso y producción que hace 4, por ejemplo? ¿Y no prueba esto que la crisis tiene una causalidad económica? ¿Y no hay sectores que promueven una crisis económica para producir una crisis política? Bueno, esto se lo dejaremos a los historiadores.

sábado, 12 de septiembre de 2009

La política y el sistema delirante

Muchos han dicho que la política es idéntica o del género de una religión, compartiendo ambas el caracter de enfermedad mental. Consideremos este punto, pero no para argüir en favor de la "antipolítica" ni del economicismo liberal. Veamos: ¿Qué ocurre cuando por algún motivo cualquiera, alguien que tenía ya plena convicción y certeza en cuanto a su ideología, se encuentra fuera, caído, ha perdido su fe? Puede pensare como ejemplo, para los comunistas, la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS. Pero en realidad es un muy mal ejemplo, en primer lugar, porque es algo bien utilizable políticamente: como supuesto indicio de que el sistema de pensamiento del sujeto en cuestión era irreal o irrealizable, utópico como se suele decir. Lo cual sirve para otro uso, el de la polarización: la validez pasa a ser ahora del sistema de pensamiento contrario.

Si toda ideología implica una crencia delirante, eso se verá ya sea en el caracter "sistemático", ya en el "fanatismo". Podría parecer que esto es bien tendencioso, es decir, que sea aplicable sólo a cierta parte del espectro político, con lo cual sería uno de los tan comunes intentos de mostrarse fuera de un plano de discusión como para darse autoridad en el enunciado como mera técnica para ganas esa misma discusión de la que aparentaba sustraerse (como la objetividad de los medios, por ejemplo). Pero no me estoy refiriéndo acá, en realidad, a la teoría pura de la política, a los tratados llenos de principios. Más bien, apunto al punto en que se unen teoría y praxis, pero en tanto la teoría en en sí praxis o se subordina a ella. Que un sujeto cualquiera abrace o critique una teoría es algo que se subordina no al interés suyo o el de su clase, sino a algo que es esencialmente práctico, si bien no se puede generalizar. En los casos más simples se ve claramente lo determinante. (un referente, un periodista, etc.). Esto puede revestir una sofisticación mayor o menor, puede ser por acatamianto o confrontación, etc., pero esa instancia está siempre.

La cuestión es, entonces ¿porqué abrazar un sistema delirante y no otro? ¿O acaso esta otra: porqué abrazar una sistema delirante y no más bien nada?

sábado, 5 de septiembre de 2009

"La Argentina es un colador"




El otro día tuve que ir a la ciudad de los autónomos porteños y me encontré con la imagen siguiente:



Inmediatamente recordé un post del blog de Diego F. donde se ve al ingeniero Mauricio Macri opinando lo siguiente:


"La Argentina es un colador. Cualquiera del Paraguay, de Bolivia de, de Perú entra como cualquiera sobre su casa, pum, y se instala en algún lugar de la Argentina, preferentemente conurbano o las villas de la Capital. ¿Por qué? Porque la Ciudad, aún en su decadencia, sigue teniendo un sistema de educación pública mucho mejor que el del Paraguay y también los hospitales mejor que Paraguay.

Entonces, en ese desastre del descontrol, todos esos lugares se han ido poblando. En los ultimos 10 años crecieron a más del doble, acá había menos de 100.000 personas viviendo en situacion ... en 10 años de ladriprogresismo como yo lo llamo -báh, lo llama Artemio López- nos fuimos ¡a más de 400.000!

Entonces, en ese descontrol, lo que era un lugar donde más o menos vos sabías cuanta gente vivía nadie sabe cuanta gente vive. Se han anulado las calles, porque los tipos empiezan a avanzar y no hay calles, con lo cual son pasillitos.

Entonces en esa lugar así donde el Estado no se anima a entrar más ¿quién aparece? El productor de droga y los aguantaderos de la delincuencia.

Entonces, las víctimas ¿quienes son? Los que viven en la villa que son gente laburante, que está en búsqueda de la changa, que tiene que empezar a pagarles proteción para; y después los que están alrededor de la villa, y después los que estén en cualquier lugar de la ciudad.

Entonces esto es lo que pasa."


Acá tenemos un verdadero ejmplo de los que es doble discurso.

martes, 1 de septiembre de 2009

Monopolio, polarización y ley de medios. Un post utópico.

Como muchos habrán notado por sí mismos, hay una notable diferencia entre las proporciones correspondientes a los sufragios y los correspondientes a su representación en los medios. Lo cual a su vez se traslada a su relación con uno de los hechos que los sufragios determinana, el legislativo. Habría que considerer no sólo la proporción de los medios como elementos equivalentes, sino con un valor relativo, el cual depende de su nivel de audiencia. Así, Clarín tendrá mayor peso que Crítica, por ejemplo, o que Perfil. Es decir, habría que considerar no sólo la cantidad de los medios y us respectivas posiciones en los sucesivos conflictos, sino que se tendría que incluir tambien el aspecto pasivo del asunto: la proporción de espectadores, lectores, etc. correspondientes a cada cual; aquellos que solo reciben el mensaje, sin tener injerencia alguna en su conformación, y sin que se les ocurra siquiera procurarse algún argumento por la vía de su propia especuacíon, recurriendo a los mimos que escucha (en charlas y chicanas informales se ve fácilmento, en algunos casos, los periodistas que "siguen" algunos).

Aquí hay, pues, dos cuestiones mezcladas: una cosa es que una posición u otra monopolice los medios (ya sea mediante un monopolio mediático o mediante la subsumcion de los discursos de los diversos a una posición) y otra es la pasividad, el estado de pasividad y estupidez (hablando aquí estrictamente) en que se sume la audiencia al convertirse en un espectador. La segunda cuestión, por su trascendencia, es la que menos se presta justamente a ser tratada por los medios. Los medios se centran en la primera, y por lo tanto en ella se van a centrar los debates.

Ahora bien, respecto a la segunda cuestión, lo primero que habría que decir es que no hace falta ser utópico para concebir claramente la posibilidad de una comunidad donde la información, los videos, las grabaciones, etc., circulen con mayor libertad. La computación, que concretamente ha posibilitado hasta que yo mismo intente hacer un comentario sobre un tema del que de otro modo sólo hubiera tenido en mente la bajada de línea de un Tenembaum esta mañana yendo a laburar (lamentablemente entro a las 7 y no llego a escuchar "Es Hora"); y hasta la posibilidad de que el azar conduzca a un lector hacia eta dirección, etc. Pero mucho más que este ejemplo aislado (y que en otros blogs y, mucho más, en el conjunto de ellos deja de ser insignificante para convertirse, lisa y llanamente, en una preocupación para Clarín; está el del software libre que bien podría suscitar una ley correspondiente.

Cuando el establishment mediático da por resuelta la cuestión esgrimiendo que cada cuan tiene "derecho a cambiar de canal" (lo que llamaría la falacia de trasladar el darwinismo al plano de la comunicación, que mencioné en otro post), lo qeu está diciendo, tácitamente, es qeu esa es su única potestad, que la parte ideológica de su pensamiento debe estar en manos de otros, y que la ideología es como ir a comer: le ponene un menú, uno ve las opciones y elige. Es decir, lo que ese enunciado sostiene tácitamente que la actividad del pensamiento, el pensar está vedada para quienes ocupan su mente con el electrodoméstico comunicador, renunciando a esta facultad para adoptar el curso del pensamiento propuesto por las ideas que desfilan por la pantalla (para evitar errores de interpretación: de ninguna manera se está diciendo que lo que ocurre en los programas sea lo que Heidegger define en el link de arriba como pensar, pero sí que la tele es una posibilidad menos de hacerlo para los televidentes). Es semaejante a si se dijera que la verdad de un cierto libro, considerado sagrado, sea difundido con obligatoriedad semanalmente en la comunidad, el cual nunca podría discutirse, y su interpretación quede reservada a los "administradores de la palabra", uno de los cuales se considerara, dogmáticamente, infalible en su interpretación. Esto que digo no es una fantasí kafkiana, forma parte de una doctrina que dominó occidente por mucho tiempo.

Claro sí es utópico que se abandone masivamente un hábito tan cómodo como lo es el ser espectador de un programa que genere la ilusión de unidad con la comunidad toda y ate el curso del pensamiento a elementos que (como burlas, chistes, clichés, etc.) mantengan a uno en un estado semajente al dormir. Mucha gente está acostumbrada a no pensar y a recibir los lineamientos ya sea de un periodista, un familiar, un sacerdote, etc. La facultad del pensamiento, postulada en la antigüedad como esencial al hombre, es algo e nrealidad muy dificil de ejercer y cuyo concepto no ha sido del todo esclarecido por los filósifos. Lo que sí es seguro es que uno puede adoptar posiciones, y entonces se produce una dicotomía (me refiero al momento presente en relación a lo que se está discutiendo en relación a la política de medios, no en general): o se opta obedientemente por que los medios conserven la potestad que otrora poseía la iglesia de una manera más asimétrica posible (Tenembaum dijo algo muy claro al respecto, queriendo defender al multimedio para el cual trabaja: "A Menem lo procesaron gracias a Clarín", conclusión: Clarín decide la suerte de los mandatarios, primero los pone, luego les suelta lamano -véase De la Rúa-); o bien se trabaja por hacer uso de la facultad discursiva, sin delagarla en los modernos "administradores de la palabra" (o, generadores de opinión) y por concebir una organización que tienda a una mayor libertad, un menor centralismo, y menor pasividad del conjunto. Y en esta dicotomía uno no elige como en un menú, pues la segunda alternativa no esta hecha, por lo que, como diría Sartre, hay que inventarla.

Y no se vaya a ver en estas líneas una posición atomizante. Hay que distinguir laramente el pensamiento de la acción política (teoría y praxis), pero también de los posicionamietos. En la cuestión teorética, lo que tenemos es un centralismo mediático en todo lo concerniente a la política donde Clarín es el principal lugar en que grandes porciones de la población delega y relega (renuncia) la facultad discursiva. La praxis plítica fue llevada al plano de los medios: eso es algo en que se dice en todos los blogs. Probablemente se haya dado principalmente en lo que se dió en llamar "los '90". Así, se fortaleción el centralismo y la posición de Clarín. En cuanto a las posiciones, la cosa es más compleja. Como diría Descartes, por más que haya dos opciones y nada más, la libertad es perfecta, sin limitación. Claro que esto es lo que conduce al engaño de la falacia mencionada arriba del control remoto, pero también se alude a algo que es distinto, que es el hecho de la polarización. La actual polrización suscita interpretaciones de las más diversas. Muchos bloguero, por ejemplo, dicen que Pino le "hace el juego a la dereha", argumento que sopone el hecho de la polarización y plantea la confluencia como única estrategia viable para evitar un restablecimiento de la derecha (con Macri, por ejemplo, a la cabeza). Tenembaum, cuya concepción es contra-polarizadora, planta que es "una mentira de los K" para ejercer una monopilización. Sin duda es el gran tema. Pero la cuestión es cómo combinar esto, articularlo, con una merma de las hostilidades. Es decir: no es necesario concebir la hostilidad y la polarización como necesariamente covariantes. Hoy, al escuchar la radio, esevidente: la agresión, la agresividad de Clarín es manifiesta (Clarín y sus empleados, claro), su nerviosismo es notorio. Quisiera recorrer esos pasillos.

Pero no hacer eco de esta agresión paraece fundamental. La polarización debería concebirse, creo, como un simplemomento que conduzca no hacia una síntesis, sino una análisis. Es decirm esquematizando. Tenemos una afirmación: el pensamiento único, Clarín. Tenemos la negación: polarización K vs Clarín. Aquí es clara la estrategia de Tenembaun: la polarización es la estrategia de K para desplazar a Clarín ("yo me quedo con Clarín, donde estoy bien ubicado"). El tema es si podemos contar más allá de dos.
"siempre junto a la urbe"