martes, 30 de junio de 2009

Autocrítica sí. Autocastigo no.

Leyendo los blogs del palo uno se encuentra con que reina un clima desesperanzador, al menos el 29 de junio.

Se pierde una elección y todos sacan a relucir los errores que podrían haber llevado a ese desenlace, lamentándose ¿por qué no se hizo tal cosa, o tal otra?. Raro. Uno se pregunta entonces por qué, ya que parecería que mientras la derecha jamás revisa su historia (y me basta con citar el terrorismo de estado de los '70), el kirchnerismo por poco le ofrece la otra mejilla.

Una autocrítica y un repliegue son sin duda oportunos. Pero otra cosa es por eso a buscar en el discurso del adversario con qué otra cosa argumentar la amargura.

El repliegue es estratégico, no doctrinario, pero conviene distinguir claramente. La doctrina no se negocia afuera, es hacia adentro. No se cae por la sola eleción perdida ni la pérdida del poder del estado. La estrategio, al contrario, sí.

Cae el líder. Esto es lo que genera los amargos reproches.

Ahora habrá internas, facciones, etc. Es un error pensar que se tratará, en adelante, en la interna justicialista, de menemistas y kirchneristas. No por nada Manuk llama a cambiar, acertadamente a mi entender, la estrategia.

La estrategia kirchnerista, que (manolo dixit) introdujo en el peronismo una nueva generación, parece haberse agotado (Igual, yo creo que no es seguro todavía, y es llamativamente más en el peronismo que fuera de él donde dan ésto más por un hecho).

El tema es, según él, si ellos van a permanecer o no en las filas del movimiento, incluso sin simpatizar con la conducción. Muchos arrojaron una sentencia lilítica "el límite es Menem".

La autocrítica es necesaria para la nueva estrategia, donde prima el pragmatismo.

El autocastigo cobra dos formas. Algunos compañeros se lamentan no haber advertido tal o cual cosa, se reprochan a sí mismos. Otros, en cambio, hacen algo similar, pero apuntan a otros compañeros, a los que se los acusa en lugar de sí.

Ambas formas son efecto de la caída del liderazgo, y la consecuente disgregación.

Pero una cosa es la organización y otra la estrategia. El kirchnerismo puede definirse tanto por una estrategia como por quienes la pusieron a ésta en práctica.

El peronismo es esa banda de moebius que junta lo que el pensamiento racional distingue claramente.

¿Un retorno de Kirchner deberá pasar necesariamente por un nuevo fracaso liberal?. ¿O vuelve en dos años? Ya varios no tardíos han sentenciado que el fracao es inseparable de su nombre. Es curioso semejante repliegue con dos años de mandato por delante.

Para algunos, el reordenamiento se hace con un PJ al mando de alguien como Reuteman. El tema es en torno a qué se agrupará la facción no necesariamente P del kirchnerismo.

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"siempre junto a la urbe"