domingo, 10 de mayo de 2009

Objeciones al desarrollo industrial local




El economicismo de los economistas (sobre todo del pensamietno liberal), sólo se aplica a los tiempos de expansión económica. Las crisis traen (algunas, en realidad) a los liberales ideas extraordinarias para sus discursos. Pero siempre muestran que hay una diferencia entre las previsiones que se tienen (quando se anuncian futuras catástrofes), y las causas a que se atribuyen éstas una vez que constituye un verdadero hecho, no ya un pronóstico. Es decir, las "crisis" reales, una vez acaecidas, son vinculadas (referidas) con hechos que no coiniden con aquellos sobre los que los economistas (del establishment) alertaban cuando, en vez de percibírselos como reales, se lo hace sólo como posibles, o sea, con anterioridad. Claro que la existencia aislada de alguna opinión diversa no altera las cosas. En general, además, puede decirse que si la crisis se considera evitable e inesperada, no puede sino referirse entonces a medidas, prácticas, emprendimientos, etc., que, o bien fueron alentados, o bien no se les dió la importancia que luego se impuso por los hechos mismos. El que, por ejemplo, se hayan volcado significativas cantidaddes de dinero a un sector financiero de naturaleza no sustentable, como el caso de la renombrada crisis de las hipotecas subprime, es un hecho que prueba, por más que nominalmente haya estado asociada a la idea de riesgo, que en la práctica no se la tomaba por tal, no al menos desde un punto de vista general.

En realidad la economía es, estrictamente, un estudio de las condiciones formales de los fenómenos económicos, mientras que el estudio de aquellas condiciones materiales pertenece a la historiografía. Siendo un a priori, la otra no puede ser sino a posteriori.

El economicismo, en tanto, consiste en presentar como determinados por las condiciones formales de la economía y en coformidad con lo real, lo que solamente es válido (formalmente).

Es preciso, entonces, diferenciar entre los signos (que son los que, con o sin fundamento, preocupan a los economistas) y los síntomas, los cuales son identificados con las crisis, cuando esta es un hecho.

Supongamos ahora una economía periférica que, por la división mundial del trabajo, dedica sus recursos a la provisión de materias primas a algunos países centrales industrializados (o en vías de serlo). Supongamos, además, que en algún momento, y fuera de la previsión de los economistas, la demanda disminuye. Este descenso produciría a su vez una suba en la magnitud de la población desocupada, quedando en condiciones de ser el recurso para el desarrollo de otro sector productivo que no responda a la demanda del commodity en el país central, sino, por ejemplo, a la propia demanda local (que podría generarse apartir del empleo generado por el mismo). Pero para que eso ocurra, es menester primero que tal sector se desarrolle. En tanto, los integrantes de la masa en cuestión dispondrán de bastante tiempo, si bien no de dinero, pudiendo acrecentarse su politización, y quizás también una conciencia "crítica" para con quienes definene realmente la configuración económica, así como la distribución y aplicación de los recursos (gobiernos y empresas).

Ahora bien, pueden existir algunos factores (políticos) que se opongan al desarrollo económico de sectores que podrían emplear la mano de obra que quedó desocupada.

Primero, la potencia que tenía la costubre de comerciar (y bajó su demanda) con ese país, que ya se encuentra con dificultades para exportar su excedente (y de ahí la merma en cuestión), puede prever un riesgo en ese desarrollo debido a que no sólo perdería, en el mecado interno de ese país, el monopolío del que disfrutaba en cuanto proveedor de mercancías industiales, también podría disminuir su competitividad en otros, que podrían recibir un eventual excedente de este industria incipiente, además de que podrían implementar medidas similares (si bien podría cresponderse a esto qeu un crecimiento industrial también podría aumentar la demanda de biens a la metrópoli misma, andá a decírselo). Por otra parte, la misma provisión de materias primas de la que depende podría verse amenazada puesto que podría ser absorbida por esa induatria local. Además, de aumentar la riqueza en la periferia, el precio que debieran pagar por la importación podría encarecerse un poco.

Pero también existen diversas críticas de ultramar (es decir, de la periferia misma).

La primera objeción que se suele escuchar es que cuando las empresas no son filiales locales de corporaciones multinacionales, algunos alertan sobre el "capitalismo de amigos".

La segunda objeción corresponde a un axioma: la industria argentina es necesariamente obsoleta y prebendaria.

La tercera objeción, globalizadora, es la que postula que cada país debiera explotar aquél sector en que su desempeño sea más competituvo (soja). Este argumento es una paralogia, y se basa en tomar un postulado cuya necesidad se da sólo en ciertas condiciones de la experiencia (contingentes), y se las trata como si fueran éstas condiciones universales (necesarias) de toda experiencia posible. No sólo supone que la política monetaria es una invariante absoluta y que el desarrollo técnico es una quimera, ya que, de presentarse en la experiencia algún fenómeno que sugiriera la falsedad del postulado, entonces se lo procura atenuar prácticamente.

Dejaré una sistematización de las objeciones para otro post, pero aprovecho para citar al ex presidente Carlos Saúl Menem, quien en las séptimas jornadas bancarias de la República Argentina, cuyo tema era el desempleo en Argentina (pero que como no es algo que pueda ser de interés a los banqueros, se le agregó como subtítulo "Las relaciones de la Argenina con los EE.UU."), expuso una objeción a la industrialización que bien puede considerarse representativa del pensamiento liberal de centro:

"Amigos banqueros: discutan, planteense hipótesis, confronten posiciones, busquen soluciones que sean tan nuevas como nuevos son los problemas y nuevos son los desafíos. Los amigos Roque Fernández y Julio Gómez han hecho referencia a algunas pautas a las cuales no podemos volver, so pretexto de combatir el desempleo; esto es, un poco de inflación, dirigismo estatal de nuevo, una protección de los que hemos dado en llamar una industria nacional, que es lo que nos llevó en 1989 a una inflación del 5.000% anual". (CSM, 1996).

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